Salgo del mercadillo de Myeong-dong con dirección a un par de palacios que hay en el centro. El primero de ellos (Changgyeonggung), pone la guía que no merece la pena entrar y que es mejor el segundo (Gyeongbokgung), así, que para allá que voy.
Además, he de confesar que un surcoreano me abordó -¿me vio cara de español?- y lo que al principio pareció ser un tío majo, se convirtió en un poco plasta repitiéndome 30 veces las mismas 4 palabras en español y cantándome la alineación de la Selección española de fútbol, la del Barça y Madrid unas 10 veces...
Aquí me cubrí de gloria porque no esperaba que cerraran a las 16.30, y es que siendo ya las 15.45 no me dejaban entrar ni a husmear un poco.
He de confesar que ambos palacios -lo que vi desde fuera- me parecieron iguales...
Así que cogí de nuevo el metro y me fui a una zona en la que han recreado cómo eran los antiguos poblados coreanos, y, aunque estos eran de lujo, no me quiero ni imaginar el río que se podría pasar ahí adentro en verano con esas paredes tan delgadas...
Dado que ya era de noche, poco más que algunas fotos nocturnas, como la que hice al Teatro Nacional:
Tampoco me podía olvidar de una calle pequeña pero super-importante/tradicional (¡es imposible recordar los nombres si las webs están en coreano!) para los coreanos, donde había un montón de casetas donde te leían las manos.
Harto de pasar frío, y siendo ya cerca de las 19.45, me voy a la zona de mi alojamiento a unos baños públicos para bañarme y ver de qué va la cosa...
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