Cualquiera pensaría que el país del Sol naciente es Japón, pero no. Es Nueva Zelanda, sólo que por aquello de que estas islas se han descubierto hace relativamente poco tiempo... Gisborne es la ciudad que ostenta el privilegio de tener el primer amanecer del mundo (hay pequeñas islas y poblaciones kiwis en las que amanece antes, pero son eso, pequeñas poblaciones). Así que nos levantamos a las 5.00 para poder contemplarlo con nuestros ojos, aunque de nuevo, el tiempo nos juega una mala pasada y está nublado y frío (~13ºC).
Nuestra frustación tiene visos de redimirse con la visita a un faro abandonado en las proximidades. Después de 20min saltando por entre las rocas en chanclas y pasando frío, descubrimos que el faro no está ahí y que está a otros 5km. Así que de chasco en chasco y sin mucho que desayunar...
Pretendíamos volver a dormir después de ver amanecer, pero después de tanto trajín no nos apetece irnos a la cama y ponemos rumbo a Napier. Si bien antes estábamos en la zona frutal, esta nueva zona es la región vinícola neocelandesa.
Napier es una bonita ciudad de estilo art-decó debido a que en 1931, un terremoto (7,8 en la escala de Richter y por lo tanto 1,5 veces más devastador que el de Murchiston) asoló la ciudad y hubo que reconstruirla de nuevo. Es, junto a South Beach (Miami) el mejor ejemplo del art-decó.
De aquí nos vamos al lugar del mundo con el nombre más largo del mundo (record Guinness). Intentando hacer el calamar, alguno casi se rompe en tres haciendo -intentando- hacer el pino. La traducción del nombre del maorí al español, sería: "el lugar donde Tamatea, el hombre de grandes rodillas, que se deslizó, escaló y se tragó montañas, conocidas como 'landeater', tocó su flauta a su amada", ahí es nada.
Es momento de tomar un refrigerio y nos damos cuenta de que lo que nos hemos dejado en Gisborne han sido las cervezas. 6 ni más ni menos, ¡qué dolor!. Alguno se las beberá a nuestra salud... Wellington queda aún lejos y nos quedamos a dormir en Palmerston North. Mis picaduras van a peor...
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