viernes, 29 de enero de 2010

#2 ~ 30.12.09

LHR-ICN-AUK (9.100+9.657=18.757/20.347km)

El vuelo a Seúl no se me hace excesivamente largo (a pesar de ser 12h), porque entre ver pelis, comer y dormir, llegamos en un periquete. El aeropuerto de Incheon da de sí poco más de una hora, justo para el transfer entre aviones y poco más.

En este pequeño rato, aprovecho para ver unos espectáculos que tiene montada la oficina de turismo de Corea del Sur en el aeropuerto. Sobre lo que sería el salón de una casa tradicional coreana, unas muchachas con traje típico tocando instrumentos musicales coreanos.


Mientras descubro que mi teléfono no funciona. No sé si es que es incompatible la tecnología o es que el móvil que he traído es muy viejo. Posiblemente ambas.


El vuelo a Auckland (11,5h) sigue la tónica del anterior: pelis, comer, dormir. Hago mis primeras comidas coreanas (en el vuelo sirven 3 comidas en total). La sopa de algas sabe a... agua del mar con algas. El Bibimbap viene con instrucciones. No está mal, pero me he pasado con el picante y casi me tengo que rascar la lengua con un peine. Lo que yo creía que era pasta (noodles) era algo crujiente que me ha hecho llorar de la emoción. De la emoción... de tener fuego en el cuerpo. Me picaban hasta los dientes. En estos momentos mi lengua parecía esparto y mi esófago no existía; a punto de ser detenido en el avión por provocar un incendio. Suerte de extintor (Budweiser) que me han dado -el vino no apaga estos fuegos- que ha sofocado el conato de incendio...


Los pasteles de arroz eran insípidos: no sabían a nada de nada. ¿Quizás es que a estas alturas ya no me quedaban papilas gustativas?

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